Vyc se encontraba extendida en el
suelo, con la ropa rasgada, nada más llegar hasta donde se encontraba Mertian
se agacho a cogerla y observo que su mejilla estaba rojiza a causa de un fuerte
golpe, haciendo una ojeada rápida, no encontró ninguna herida visible. Vyc no
reaccionaba ante la presencia de él.
-
¿Qué te ha pasado? Vyc, responde. – ante la
inexistente reacción de la chica, Mertian empezó a zarandearla para que
reaccionara, sin efecto.
Tras varios minutos sin reacción,
al fin abrió los ojos. Ella intentaba levantarse pero Mertian la sujetaba.
-
Es mejor que no hagas esfuerzos, estoy aquí para
ayudarte. ¿Qué te ha pasado? ¿Tienes la cara hinchada? – no podía dejar de
pensar en lo que le había ocurrido.
Al recordar lo sucedido, se puso
a temblar, encogiéndose sobre el pecho de Mertian, entre llantos y con un hilo
de voz tenue pronuncio.
-
Me han robado, y antes de echarse a llorar,
abusaron de mí. Por favor Mertian no me dejes sola. - tras esas palabras, se
echo a llorar junto a su pecho.
-
¿Quien ha sido? – respondió Mertian de inmediato
– te ayudare, pero primero déjame llevarte a tu casa para que descanses. – al
ayudarle a incorporarse, se fijo en que cojeaba.
-
Me encargare de decírselo al tabernero. Y
después encontrare al culpable.
La ciudad no se caracterizaba por
tener muchos robos, las incidencias dentro de la ciudad eran muy escasas, por
no decir casi inexistentes, de vez en cuando ocurrían algunos robos pero la
ciudad era muy segura. Los habitantes culpables por robo, eran expulsados
automáticamente de la ciudad. Loriat ya le había advertido sobre las leyes que
regían en la capital, por si se le ocurría en algún futuro, sería expulsado.
Cuando se dirigían los dos a
marchas forzadas camino de su hogar, debido al estado de Vyc, Mertian recomendó
parar para recuperar fuerzas, ya que veía a la pobre chica que no podía
mantenerse en pie. Vyc accedió a parar y ya que se encontraban cerca de la
taberna donde trabajaba y se hospedaba él, decidieron de mutuo acuerdo hacer
una pausa en el camino.
Llegando a las puertas de la
manta gris, vieron como unas personas se amontonaban en la puerta entre ellas
se encontraba una persona que había conocido esa misma mañana.
-
Vyc!! – se escucho entre la aglomeración.
Las personas que se encontraban
en la puerta fijaron sus miradas en la chica, de entre ellas salió una persona
corriendo hacia ellas.
-
¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho? – dirigiéndose
a Mertian con claros síntomas de preocupación en el rostro.
Esa persona le resultaba
familiar, sabía que no era la primera vez que lo veía. Se trataba del guarda de
la torre en la que había estado por la mañana. Mertian no podía creer que
aquella persona que parecía tan fiera, en esos momentos de repente fuera tan frágil
y vulnerable.
-
No le he hecho nada, fui a buscarla y la
encontré tirada en el suelo.
-
Sal de aquí indeseable. – con un fuerte golpe,
el guarda le arrebato de su apoyo a la chica. Llegando lo a echar varios pasos
hacia atrás. – no quiero verte cerca de ella, ¿me he explicado con claridad? Si
no eres capaz de alejarte yo mismo te cortare la cabeza. – con ira en su voz y
fuego en sus ojos, aquel hombre se alejo con la chica hacia el interior de la
posada.
Mertian quedo paralizado por lo
ocurrido. Muchas preguntas se le pasaban por la cabeza.
“¿Qué relación tenia Vyc con el guarda de la
torre? ¿Por qué tanta gente se amontonaba en la puerta de la posada?” y la más
importante “si llevaba a Vyc a su casa ¿Por qué creerían que le había hecho
algo?”
Tras el pequeño incidente, Mertian
se dirigió a su habitación, sin saber porque de la reacción del guarda. Y con
la incertidumbre de cómo se encontraría Vyc.
Pasaron varios días sin noticias
sobre el estado de la chica. Sin muchas cosas que hacer, Mertian paseaba por la
ciudad, algunas tardes iba a hablar con Loriat a la puerta de la ciudad, otras
visitaba a las personas que había conocido durante el tiempo que llevaba en la
ciudad y le habían ido presentando, Graman el herrero, Silve dueño de una
pequeña granja junto a un extremo de la ciudad y Muna que se pasaba mucho
tiempo en la taberna la Manta gris, al parecer era un caballero adinerado,
gozaba de buenos ojos en la corte ya que era poseedor de varias tiendas de la
ciudad además de ser el jefe de Graman que trabaja en su herrería, la daga de
hierro negro.
Antes de irse cada noche a su
habitación Mertian se quedaba un rato hablando con el posadero. La taberna
funcionaba bastante bien, sin llenarse cada noche, pero con suficientes
clientes. Era extraño no verla detrás de la barra pero en su lugar se encontraba
el dueño de la taberna. Ese era el motivo por el cual no se llenaba.
- Últimamente no se llena mucho. – se dirigía Mertian
al tabernero.
- Probablemente los dos sepamos cual es el motivo,
pero hasta que se recupere nos apañaremos con la clientela de toda la vida.
-
Desde que llego Vyc la Manta gris se ha ido convirtiendo
en uno de los mejores locales para los visitantes, con su llegada, la cantidad
de clientes subía a medida que pasaban los días.
-
Mertian se echo a reír. – te recomiendo una
peluca y un par de retoques, así quizás no se note la diferencia y vuela a
llenarse. Aunque yo dejaría de venir.
Los dos se echaron a reír. – será
mejor que suba a la habitación o mañana no me veras a la hora del desayuno. –
antes de irse el tabernero cogió a Mertian del brazo. – ten cuidado con el
guarda de la torre. Puede llevarte problemas en la ciudad.
Mertian se dirigió a la habitación
pero con las palabras aun frescas en la mente, no podía conciliar el sueño. Hasta
que al pensar en Vyc no pudo evitar entrar en un sueño profundo.
La llave sin dueño por Adrian Vera Aguilera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Basada en una obra en http://lallavesin.blogspot.com.es/.
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