Ya vamos por las 500 visitas. GRACIAS A TODOS, muy pronto nuevas imágenes e ilustraciones y dentro de muy poco un nuevo capitulo.
¿cual sera el secreto que guarda Vyc? Que a pasado en la torre? muy pronto lo descubriréis.
Podréis recomendar el libro a todas esas personas que les guste leer y sobre todo meterse dentro de los libros y vivir esa historia.
No os olvidéis darle a seguidores con vuestra ayuda el libro terminara pronto.
500 GRACIAS A TODOS!!!
miércoles, 26 de septiembre de 2012
domingo, 23 de septiembre de 2012
2º Capitulo
Vyc se encontraba extendida en el
suelo, con la ropa rasgada, nada más llegar hasta donde se encontraba Mertián
se agachó a cogerla y observó que su mejilla estaba rojiza a causa de un fuerte
golpe, haciendo una ojeada rápida, no encontró ninguna herida visible. Vyc no
reaccionaba ante su presencia.
-
¿Qué te ha pasado? ella, responde. – ante la
inexistente reacción de la chica, Mertián empezó a zarandearla para que
reaccionara, sin efecto.
Tras varios minutos sin reacción,
al fin abrió los ojos. Ella intentaba levantarse pero Mertián la sujetaba.
-
Es mejor que no hagas esfuerzos, estoy aquí para
ayudarte. ¿Qué te ha pasado? Tienes la cara hinchada – no podía dejar de pensar
en lo que le había ocurrido.
Al recordar lo sucedido, se puso
a temblar, encogiéndose sobre el pecho de Mertián, entre llantos y con un hilo
de voz tenue pronunció.
-
Me han robado, y abusaron de mí. Por favor Mertián
no me dejes sola. - tras esas palabras, se echó a llorar junto a su pecho.
-
¿Quien ha sido? – respondió Mertián de inmediato
– te ayudaré, pero primero déjame llevarte a tu casa para que descanses. – al
ayudarle a incorporarse, se fijó en que cojeaba.
-
Me encargaré de decírselo al tabernero. Y
después encontraré al culpable.
La ciudad no se caracterizaba por
tener muchos robos, las incidencias en el interior eran muy escasas, por no
decir casi inexistentes, de vez en cuando ocurrían algunos robos pero en sí era
muy segura. Los habitantes acusados de robo, eran expulsados automáticamente de
la ciudad. Loriat ya le había advertido sobre las leyes que regían en la
capital.
Cuando se dirigían hacia casa de
Vyc, recomendó parar en la taberna para recuperar fuerzas, ya que ella no podía
mantenerse en pie.
Llegando a las puertas de “La manta Gris”, vieron como unas personas
se amontonaban en la entrada, entre ellas, se encontraba una persona que había
conocido esa misma mañana.
-
Vyc!! – se escuchó entre la aglomeración.
Todos se giraron y fijaron sus
miradas en la chica, de entre ellas un soldado se adelantó hacia ellos.
-
¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho? –
dirigiéndose a Mertián con claros síntomas de preocupación en el rostro.
Esa persona le resultaba
familiar, sabía que no era la primera vez que lo veía. Se trataba del guarda de
la torre en la que había estado por la mañana. No podía creer que aquella
persona que parecía tan fiera, en esos momentos de repente fuera tan frágil y vulnerable.
-
No le he hecho nada, fui a buscarla y la
encontré tirada en el suelo.
-
Sal de aquí indeseable. – con un fuerte golpe,
el guarda le arrebató de su apoyo a la chica obligándolo a retroceder varios
pasos hacia atrás. – no quiero verte cerca de ella, ¿me he explicado con
claridad? Si no eres capaz de alejarte yo mismo te cortaré la cabeza. – con ira
en su voz y fuego en sus ojos, aquel hombre se alejó con la chica hacia el
interior de la posada.
Mertián quedó paralizado por lo
ocurrido. Muchas preguntas se le pasaban por la cabeza.
“¿Qué relación tenía Vyc con el guarda de la
torre? ¿Por qué tanta gente se amontonaba en la puerta de la posada?” y la más
importante “si llevaba a Vyc a su casa ¿Por qué creerían que le había hecho
algo?”
Tras el pequeño incidente, se
dirigió a su habitación, sin saber el porqué de la reacción del guarda. Y con
la incertidumbre de cómo se encontraría Vyc.
Pasaron varios días sin noticias
sobre el estado de la chica. Sin muchas cosas que hacer, Mertián paseaba por la
villa, algunas tardes iba a hablar con Loriat a la puerta de la ciudad, otras
visitaba a las personas que había ido conociendo y le habían ido presentando, Graman
el herrero, Silve dueño de una pequeña granja junto a un extremo de la ciudad y
Muna que se pasaba mucho tiempo en “La
Manta Gris”. Al parecer era un caballero adinerado, gozaba de buenos ojos
en la corte ya que era poseedor de varias tiendas de la ciudad además de ser el
jefe de Graman que trabaja en su herrería, la daga de hierro negro.
Antes de irse cada noche a su
habitación Mertián se quedaba un rato hablando con el posadero. La taberna
funcionaba bastante bien, sin llenarse cada noche, pero con suficientes
clientes. Era extraño no verla detrás de la barra pero en su lugar se
encontraba el dueño de la taberna. Ese debía de ser el motivo por el cual no tenían
clientes.
-
Últimamente no se llena mucho. – se dirigía Mertián
al tabernero.
-
Probablemente los dos sepamos cual es el motivo,
pero hasta que se recupere nos apañaremos con la clientela de toda la vida.
-
Desde que llegó Vyc la Manta gris se ha ido
convirtiendo en uno de los mejores locales para los visitantes, con su llegada,
la cantidad de clientes subía a medida que pasaban los días.
-
Mertián se echó a reír. – te recomiendo una
peluca y un par de retoques, así quizás no se note la diferencia y vuela a
llenarse. Aunque yo dejaría de venir.
Los dos se echaron a reír. – será
mejor que suba a la habitación o mañana no me verás a la hora del desayuno. –
antes de irse el tabernero cogió a Mertián del brazo. – ten cuidado con el
guarda de la torre, puede llevarte problemas en la ciudad.
Mertián se dirigió a la
habitación pero con las palabras aun frescas en la mente, no podía conciliar el
sueño. Hasta que al pensar en Vyc no pudo evitar entrar en un sueño profundo.
Una tarde tras varios días del
accidente, Mertián se encontraba hablando con Silve en “La Manta Gris”. Deberían de haber como unas veinte personas, era un
día de los que ofrecía un espectáculo con músicos que tocaban para amenizar la
noche.
Hacía poco que Silve y el se conocían.
Pero habían tenido largas conversaciones, aquellas noches en las que esperaba a
que aparecería Vyc. No se puede decir que fueran amigos, pero si podían
asegurar que tenían una buena relación. Los dos tenían mucho en común. Eran
extranjeros y a los dos les parecía interesante la historia de la ciudad, Silve
también había llegado con intención de prosperar.
Silve llevaba cinco años en la
ciudad y eso le había supuesto conocer más a fondo la capital. Por eso Mertián
le interesaba todo lo que le contaba, así podía obtener más información.
Aquella tarde habían estado
conversando sobre la granja de Silve.
-
¿Por qué decidiste venir a Pórtuan? Aquella
pregunta dejó descolocado a Mertián. En las pocas semanas que llevaba en la
ciudad ninguna de las personas con las que había hablado le habían preguntado
por su lugar de origen.
-
Nunca te hemos oído hablar sobre tu procedencia,
si tienes familia, o quizás eres alguien importante fuera de la capital. –
seguía hablando Silve. Ante la cara de asombro de Mertián.
-
La verdad. Algún día os contare mi viaje, pero
de momento me lo guardaré para mí. – respondió Mertián. – no sabía que los
granjeros fueran tan fisgones sobre la vida de los viajeros.
-
No somos tanto, pero si con las personas
cercanas, que además, esconden secretos. Al parecer alguno tienes que tener. – el día que conoció a Mertián, se fijó en su
aspecto, ya que sus ojos azules resaltaban sobre el resto de su rostro y detrás
del pelo que le cubría parcialmente la cara, tenía el cabello gris plateado
como la hoja de su espada, de la cual nunca se deshacía, melena larga sobre los
hombros. Respecto a su aspecto era lo que mas llamaba la atención.
En cuanto entabló conversación con él, supo
que era una persona misteriosa. Muy amable y bien educado, con buenas formas
ante personas con estatus superior al de él.
Aquella velada terminó con Silve
aun más intrigado por la historia de Mertián, y al viajero sin noticias de Vyc.
A él no le correspondía ningún estatus
dentro de la ciudad, se trataba solo de un viajero de paso. Hasta que no fuera inscrito
en el registro, no podía gozar de todos los servicios que esta ofrecía a sus
habitantes, tales como la asistencia a banquetes, que se realizaban a lo largo
del año, fiestas conmemorativas por las batallas ganadas del ejército, así como
el pase al interior de la zona central. Un lugar en el que solo podían acceder las
personas con rango de Sir y Noble, o ser poseedor de un símbolo en forma de
flecha dorada o plateada que se les otorgaba a los cortesanos del reino, dorada
para dárselos a los invitados extranjeros, plateada para dárselos a sus
sirvientes y así permitirles la entrada a sus trabajos, como limpiadores,
sirvientes y mayordomos. Cada una de las familias que conviven en las murallas
interiores posee los dos tipos, diferenciadas por el diagrama grabado en su
interior, los símbolos no eran otorgados por el rey, sino heredados de familia
en familia.
Para Mertián era muy importante
conseguir una flecha dorada ya que eso le permitiría entrar al interior de las
murallas y visitar las bibliotecas que contenían los mejores libros de la ciudad y los
registros de la historia que pertenecían a la realeza. Muna era poseedor de una
flecha dorada gracias a sus contactos en la corte, pero se negaba rotundamente
a dejarse la ya que el acceso ilegal al interior de la ciudad era castigado con
la expulsión de Pórtuan.
Al día siguiente para la hora del
desayuno Mertián se encontraba en la taberna con Muna, hablando sobre la
historia de las flechas. – Así que con una de éstas sería capaz de visitar las
zonas de la ciudad que aun no he sido capaz de ver. – murmuraba Mertián con el
símbolo en la mano.
-
No creo que estés tan interesado en entrar al
interior de la ciudad – le respondió Muna con una jarra de aguamiel en la mano.
En la mesa se podían contar hasta
tres jarras por barba y un plato con sobras del desayuno que se acababan de
tomar. En la barra todavía se encontraba el tabernero, esta vez con una nueva
ayudante, totalmente diferente a Vyc, al parecer era una chica muy joven que
acababa de llegar a la ciudad, se llamaba Morgana y a simple vista parecía una
chica ruda. Tenía una melena larga hasta la cintura, de un color castaño como
la madera de la barra, su semblante era algo más agresivo que el de las chicas
que frecuentaban el local, de ojos grandes y cejas pobladas, la nariz chata
pero elegante, los labios gruesos, sus manos parecían las de un hombre, fuertes
y grandes, pero el resto del cuerpo se correspondía claramente a las de las
damas que trabajan en el molino rosa.
Muna le hizo
un gesto al Tabernero para que les llevase otra ronda. – Creo que esta va a ser
la última – se dirigió a Mertián. – no es posible que al empezar el día ya
confunda al tabernero con la chica nueva.
-
Aquí tenéis las jarras. - el posadero dejo las jarras y se llevó los
platos.
-
¿Sabes que Muna te acaba de confundir con
Morgana? – le espetó Mertián. – al final me tendrás que hacer caso con la
peluca.
El tabernero miró a Muna con un gesto
de desaprobación.
-
Tengo que decir en mi defensa, que es culpa de
este aguamiel. No sé como lo harás pero está muy suave.
-
Será mejor que no sigáis bebiendo o no podréis
hacer nada de provecho esta mañana. – el posadero se disponía a irse.
-
Por cierto, ¿Sabes algo de Vyc? ya hace una
semana que no aparece. ¿Podrías decirme si se encuentra bien? Después del lio
que se produjo a mi llegada con ella no me he atrevido a preguntar. – se le
notaba el tono de preocupación en su voz.
-
Ayer fui a visitarla a su casa. – le respondió
el tabernero. – se encuentra bien, pero esta mañana ha dejado la ciudad. Me
estuvo explicando que lo mejor para ella después de lo sucedido era volver a su
ciudad natal para recuperarse plenamente…
-
Entonces no volveré a verla – interrumpió Mertián.
-
Me dejó un mensaje para ti y me dijo que te
diera esta nota. – le entregó la nota que tenía guardada en el delantal. – me
dijo que volvería, que tenía que contarte una historia y ella no era una mujer
de faltar a su palabra. – Mertián se quedó extrañado ya que aun no había
averiguado el secreto que escondía la ciudad sobre ella. – y ya no dijo nada más. – el posadero se
marchó a la cocina a guardar los platos.
-
Gracias por las noticias. – le dijo al posadero
mientras se marchaba. Se quedó un poco preocupado al recibir la nota. Se la
guardó en el pantalón para leerla en la intimidad. – Muna, ¿Desde cuándo
conoces a Vyc?
-
Desde que llegó a la ciudad hará un par de años,
no personalmente, pero nada más llegar empezó a trabajar en la posada. No te
puedo contar mucho sobre ella, solo he hablado con ella aquí desde que te
conocí, ya que al parecer tú sí que decidiste presentarte.
-
No nos presentamos, simplemente no conocía a
nadie en la ciudad y para que engañarnos, se le ve una chica atrayente. – Mertián
no podía dejar de pensar en la nota que tenía en el bolsillo. – ¿Podrías
contarme algo de ella?
-
Lo único que sé es que cuando llegó a la ciudad
no vino sola, iba acompañada de un hombre fuerte. Es lo único que te puedo
contar, la gente de la posada no se fija en las camareras.
-
Muchas gracias Muna, creo que me voy a subir a
la habitación a recoger unas cosas y visitaré algo mas la ciudad. – pagó el
desayuno y se dirigió a las escaleras que conducían a su habitación.
Al llegar a su habitación, cerró
la puerta con llave y se sentó en su escritorio con la nota en la mano. En ese
momento notó una presencia extraña, algo en su habitación era diferente.
Rápidamente se fue hacia el baúl
a revisar sus cosas. Dentro del arcón todas sus cosas estaban como las dejó esa
mañana. Alzó la vista para mirar en la habitación y se percató que entre los
libros que se encontraban en la estantería, había un libro que no estaba antes.
Se dirigió a la estantería para cogerlo y cuando lo tenía en la mano. ¡Plasf!
El libro cayó al suelo.
La mano de Mertián se iluminó un
instante de un rojo intenso, la luz procedía del anillo pero se extendía por
toda su mano.
No daba crédito a lo que sucedía,
asombrado por lo que acababa de pasar se dirigió al baño para meter la mano en
agua, ya que el destello que le había producido se había apagado. Sin parar de
frotar la mano con el jabón no podía dejar de pensar en que había sucedido.
“¿qué ha pasado? ¿Como ha sucedido eso?” esas preguntase se sucedían
constantemente en su mente.
Ya más tranquilo se posó delante
del libro que se encontraba en el suelo, sin tocarlo le echó un vistazo. Era un
libro rojo con los marcos de cuero desgastado y un símbolo en el centro que le
resultaba familiar. Aquel símbolo lo había visto antes y no recordaba donde.
Sin saber qué hacer con él, lo dejó
en el suelo. Aquel libro no estaba antes, alguien había entrado en su
habitación esa misma mañana, pero la puerta estaba cerrada con llave y él se
encontraba en la taberna.
Quien hubiera sido solo tenía una posibilidad, entrar
en la habitación por la ventana. Su habitación estaba en el cuarto piso y a
plena luz del día cualquier persona debía de haber visto a alguien trepar por
la pared del edificio.
Mertián se dirigió a buscar al
posadero para preguntarle si alguien le había comentado haber visto alguna
persona trepar por su edificio, pero obtuvo una negativa. Salió a la calle y
preguntó a las personas que se encontraban cerca de la ventana de su
habitación. Pero nadie sabía nada. Como nadie pudo ayudarle subió a su
habitación para investigar más a fondo todo lo sucedido. Al llegar a su
estancia el libro no se encontraba en el suelo, sino en la estantería junto a
los demás libros. No daba crédito a lo que estaba sucediendo.
Se sentó en su silla delante de
la estantería dejando a su espalda la ventana. Intentando averiguar lo que
acababa de suceder, pero sin encontrar explicación.
Tras largos minutos sin hallar
respuesta, recogió las cosas que había sacado del arcón, colocó la silla en su
escritorio y para mas asombro del que
llevaba en todo el día, se fijó en una de las torres que veía desde su ventana
en lo alto de ella, el símbolo del libro.
Rápidamente y sin cerrar la
puerta se dirigió a la torre, corriendo por las calles de la ciudad, atravesando
la plaza con la fuente hasta llegar a la torre. Los guardas no estaban.
-
¿Donde están los guardas? – preguntó Mertián a
una pareja que paseaba por allí.
-
Hace un
instante uno de ellos entró dentro de la torre y los demás se fueron corriendo.
– respondió una de las damas. – parecían algo preocupados porque el caballero
de la armadura que entró en la torre, grito
*lo han encontrado* y acto seguido los guardas salieron corriendo.
Mertián pensaba en lo sucedido en
su habitación unos instantes atrás y en las palabras del caballero, ¿quiere
decir que le buscarían? El libro estaba unido con la torre, pero ¿Que tenían de
relación?
Tras no haber encontrado a nadie
en la torre y con la imposibilidad de entrar en ella, tomó la mejor opción,
volver a la habitación e investigar el libro. De camino a “La Manta Gris” algo se abalanzó sobre él
y le entrego una caja de madera, no más grande que un plato pequeño, y tal como
había aparecido se esfumó entre la gente sin dejar rastro. Se llevó la caja a
su habitación para abrirla.
Una vez en la habitación, abrió
la caja y dentro de ella había un pergamino y una hoja que ponía ‘si quieres
descubrir la verdad del libro, dentro de dos días cuando la luna se alce por
las montañas en la entrada sud de la muralla interior. Trae contigo el
pergamino’. Dentro de la caja no había nada mas, era una caja hecha a mano, con
buenos acabados. Después de eso ya era
casi la hora de comer, así que bajó a la taberna para ver si había llegado
alguno de sus conocidos. Mertián era una persona poco hecha a estar solo,
siempre le gustaba tener una buena conversación mientras se encontraba en la
posada. En la barra se encontraba Loriat tomando una cerveza. Se dirigió hacia
el taburete que se encontraba vacío a su lado.
-
Hombre Mertián cuando tiempo, llevo varios días
sin saber de ti. – hacia unos días que Loriat no visitaba “La Manta Gris”, Marti le había contado que habían algunos problemas
en la ciudad. – ¿Te has enterado de lo que ha pasado hace un momento? – le dijo
mientras se sentaba en el taburete.
-
¿Qué ha pasado? – le pregunto Mertián, sabiendo
perfectamente que se refería a la luz de la torre.
-
Parece ser que ha habido un intruso en la
ciudadela – los soldados llamaban así a la parte central de Portuan – ha sido a
primera hora de la mañana y al parecer solo se ha visto entrar y salir a una
persona encapuchada.
Mertián creía que hablarían de la
luz de la torre y así averiguaría algo más, pero al parecer la persona que le
había entregado la caja podía ser la misma de la que hablaba Loriat.
-
¿Qué ha sucedido en el interior de la ciudad? –
pregunto Mertián
-
No te puedo hablar de ello, se trata de un
problema para la realeza, jamás ninguna persona había entrado al interior de
las murallas sin su respectiva insignia. Pero todo acabará enseguida, estamos
en ello y pronto averiguaremos que ha pasado. Puedes estar tranquilo. ¿Te
apetece que comamos juntos?
-
¡Claro! – respondió Mertián intrigado por las
noticias.
La comida transcurrió mayormente
hablando sobre las personas que llegaban nuevas a la ciudad. Y para Loriat
ninguna había sido tan original como la llegada del viajero que quería ser rey.
Por fin después de compartir
aquella comida con Loriat, Mertián pudo quedarse en su habitación sin sobresaltos
ni luces que destellan.
-
Casi se me olvida. – pensó Mertián, saco la nota
del bolsillo y se dispuso a leerla.
`Siento mucho no
poder despedirme de ti pero volveré en varias semanas, tengo que agradecerte lo
que hiciste por mi y como ya has averiguado mi secreto, cumpliré mi promesa. No
salgas de la ciudad. ESPERAME!’
FINAL SEGUNDO CAPITULO.
COMENTEN!!! Y RECOMIENDEN LO SI LES HA GUSTADO. ASÍ SUBIREMOS MAS.
viernes, 21 de septiembre de 2012
Domingo 23 septiembre. 2º capitulo completo
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miércoles, 19 de septiembre de 2012
Inicio 2º capitulo.
Vyc se encontraba extendida en el
suelo, con la ropa rasgada, nada más llegar hasta donde se encontraba Mertian
se agacho a cogerla y observo que su mejilla estaba rojiza a causa de un fuerte
golpe, haciendo una ojeada rápida, no encontró ninguna herida visible. Vyc no
reaccionaba ante la presencia de él.
-
¿Qué te ha pasado? Vyc, responde. – ante la
inexistente reacción de la chica, Mertian empezó a zarandearla para que
reaccionara, sin efecto.
Tras varios minutos sin reacción,
al fin abrió los ojos. Ella intentaba levantarse pero Mertian la sujetaba.
-
Es mejor que no hagas esfuerzos, estoy aquí para
ayudarte. ¿Qué te ha pasado? ¿Tienes la cara hinchada? – no podía dejar de
pensar en lo que le había ocurrido.
Al recordar lo sucedido, se puso
a temblar, encogiéndose sobre el pecho de Mertian, entre llantos y con un hilo
de voz tenue pronuncio.
-
Me han robado, y antes de echarse a llorar,
abusaron de mí. Por favor Mertian no me dejes sola. - tras esas palabras, se
echo a llorar junto a su pecho.
-
¿Quien ha sido? – respondió Mertian de inmediato
– te ayudare, pero primero déjame llevarte a tu casa para que descanses. – al
ayudarle a incorporarse, se fijo en que cojeaba.
-
Me encargare de decírselo al tabernero. Y
después encontrare al culpable.
La ciudad no se caracterizaba por
tener muchos robos, las incidencias dentro de la ciudad eran muy escasas, por
no decir casi inexistentes, de vez en cuando ocurrían algunos robos pero la
ciudad era muy segura. Los habitantes culpables por robo, eran expulsados
automáticamente de la ciudad. Loriat ya le había advertido sobre las leyes que
regían en la capital, por si se le ocurría en algún futuro, sería expulsado.
Cuando se dirigían los dos a
marchas forzadas camino de su hogar, debido al estado de Vyc, Mertian recomendó
parar para recuperar fuerzas, ya que veía a la pobre chica que no podía
mantenerse en pie. Vyc accedió a parar y ya que se encontraban cerca de la
taberna donde trabajaba y se hospedaba él, decidieron de mutuo acuerdo hacer
una pausa en el camino.
Llegando a las puertas de la
manta gris, vieron como unas personas se amontonaban en la puerta entre ellas
se encontraba una persona que había conocido esa misma mañana.
-
Vyc!! – se escucho entre la aglomeración.
Las personas que se encontraban
en la puerta fijaron sus miradas en la chica, de entre ellas salió una persona
corriendo hacia ellas.
-
¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho? – dirigiéndose
a Mertian con claros síntomas de preocupación en el rostro.
Esa persona le resultaba
familiar, sabía que no era la primera vez que lo veía. Se trataba del guarda de
la torre en la que había estado por la mañana. Mertian no podía creer que
aquella persona que parecía tan fiera, en esos momentos de repente fuera tan frágil
y vulnerable.
-
No le he hecho nada, fui a buscarla y la
encontré tirada en el suelo.
-
Sal de aquí indeseable. – con un fuerte golpe,
el guarda le arrebato de su apoyo a la chica. Llegando lo a echar varios pasos
hacia atrás. – no quiero verte cerca de ella, ¿me he explicado con claridad? Si
no eres capaz de alejarte yo mismo te cortare la cabeza. – con ira en su voz y
fuego en sus ojos, aquel hombre se alejo con la chica hacia el interior de la
posada.
Mertian quedo paralizado por lo
ocurrido. Muchas preguntas se le pasaban por la cabeza.
“¿Qué relación tenia Vyc con el guarda de la
torre? ¿Por qué tanta gente se amontonaba en la puerta de la posada?” y la más
importante “si llevaba a Vyc a su casa ¿Por qué creerían que le había hecho
algo?”
Tras el pequeño incidente, Mertian
se dirigió a su habitación, sin saber porque de la reacción del guarda. Y con
la incertidumbre de cómo se encontraría Vyc.
Pasaron varios días sin noticias
sobre el estado de la chica. Sin muchas cosas que hacer, Mertian paseaba por la
ciudad, algunas tardes iba a hablar con Loriat a la puerta de la ciudad, otras
visitaba a las personas que había conocido durante el tiempo que llevaba en la
ciudad y le habían ido presentando, Graman el herrero, Silve dueño de una
pequeña granja junto a un extremo de la ciudad y Muna que se pasaba mucho
tiempo en la taberna la Manta gris, al parecer era un caballero adinerado,
gozaba de buenos ojos en la corte ya que era poseedor de varias tiendas de la
ciudad además de ser el jefe de Graman que trabaja en su herrería, la daga de
hierro negro.
Antes de irse cada noche a su
habitación Mertian se quedaba un rato hablando con el posadero. La taberna
funcionaba bastante bien, sin llenarse cada noche, pero con suficientes
clientes. Era extraño no verla detrás de la barra pero en su lugar se encontraba
el dueño de la taberna. Ese era el motivo por el cual no se llenaba.
- Últimamente no se llena mucho. – se dirigía Mertian
al tabernero.
- Probablemente los dos sepamos cual es el motivo,
pero hasta que se recupere nos apañaremos con la clientela de toda la vida.
-
Desde que llego Vyc la Manta gris se ha ido convirtiendo
en uno de los mejores locales para los visitantes, con su llegada, la cantidad
de clientes subía a medida que pasaban los días.
-
Mertian se echo a reír. – te recomiendo una
peluca y un par de retoques, así quizás no se note la diferencia y vuela a
llenarse. Aunque yo dejaría de venir.
Los dos se echaron a reír. – será
mejor que suba a la habitación o mañana no me veras a la hora del desayuno. –
antes de irse el tabernero cogió a Mertian del brazo. – ten cuidado con el
guarda de la torre. Puede llevarte problemas en la ciudad.
Mertian se dirigió a la habitación
pero con las palabras aun frescas en la mente, no podía conciliar el sueño. Hasta
que al pensar en Vyc no pudo evitar entrar en un sueño profundo.
La llave sin dueño por Adrian Vera Aguilera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported. Basada en una obra en http://lallavesin.blogspot.com.es/.
Si quereis mas partes del libro, comentar el 1º capitulo.
Así podremos saber si es leido o no.
Gracias y comenten
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If you want more parts of the book, watch the 1st chapter to know if it is read or not.
Do not forget to recommend the book to friends.
Thanks and comment.
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Si vous voulez plus de parties du livre, regardez le 1er chapitre de savoir si elle est lue ou non.
Merci et commentaires.
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martes, 18 de septiembre de 2012
Primeras Ilustraciones
lunes, 17 de septiembre de 2012
1º capitulo
Me encuentro frente a la entrada de Pórtuan,
ante mí, unos enormes portones de madera maciza y detalles de plata, que
incrustados en ella, forman el emblema de Sastaga. De un grosor de veinte
puertas y envuelta en hierro forjado, parece como si no pudieran ser destruidas
jamás. Circundada por una muralla que se elevaba a gran altura. Detrás dejaba el largo y difícil camino para
llegar hasta allí. Pórtuan conocida como el centro de toda la región, o “Ciudad
de Reyes”. Se ubicaba en un valle, rodeado de montañas de difícil acceso, el
único camino posible era una pequeña abertura donde se situaba la entrada y el
muro.
Por fin, me encuentro junto a la capital de
Sastaga. Nada más llegar diviso a unos guardias que custodiaban el portón.
-
¿Quién
eres y qué quieres? - Preguntó uno de los guardas.
-
Soy Mertián, procedo de las costas del río
Celma, y seré el mejor rey que jamás haya tenido Pórtuan.
Los centinelas al escuchar semejante respuesta no pudieron
evitar soltar unas carcajadas.
-
¿Ah, sí? no esperábamos tal respuesta – Se
sorprendieron y dejaron de reírse. Los ojos de aquel hombre mirándolos
fijamente les hizo enmudecer. - ¿Nos
puedes decir como serás capaz de conseguir tal hazaña? El actual rey de
Pórtuan es un caballero honorable, de sangre real y familia directa de los
constructores de la maravillosa ciudad a la que quieres acceder.
-
Y no creo que quiera dejarle su puesto a un
viajero recién llegado. – responde el otro guarda mientras ambos se miran y
sonríen a la vez.
Mirándolo con detenimiento, solo podían ver un hombre alto,
su espalda eran anchas, una estructura corpulenta pero visiblemente consumido,
en sus brazos se le notaba el desgaste del viaje, escuálidos pero musculados.
Un rostro inquietante con cejas pobladas, pómulos resaltados a causa de la
delgadez y unos ojos azules como el hielo que transmitían una inquietante
seguridad al pronunciar sus palabras. Su aspecto no se adecuaba a la
indumentaria que le envolvía, vestido con unos trapos cubriéndole todo el
cuerpo, solo dejando ver una pequeña espada corta en la cintura y un macuto,
cosa que parecía ser su único equipaje. No creían que el viajero que tenían
frente a sus ojos fuera a prosperar dentro de la mejor ciudad construida en el
reino.
-
Para poder entrar, necesitas una carta sellada
por uno de los señores de las ciudades de Sastaga, o bien dejar tus armas en la
entrada. Ordenes reales.
No muy contento, Mertián se quita de su cinto la espada, la
que le había permitido llegar con vida hasta aquel lugar. Le enseña su macuto a
uno de los guardias para comprobar que no dispone de más armas y se adentra en
la ciudad.
-
Cuídamela, pronto tendrás que devolvérmela y
pedir disculpas por el trato otorgado a mi llegada.
Al atravesar el portón se topó con otra muralla, esta vez
mirando hacia los lados, contempló que se alejaba en ambas direcciones
bordeando el filo de las montañas y dejando un pequeño camino entre las
barreras que protegían la ciudad y la pared de piedra.
No obstante, Mertián tenía claro cuál era su objetivo y
después del duro viaje que había atravesado no se quedaría en esas puertas.
-
Se me olvidaba. ¿Podríais decirme el lugar más
cercano para alojarme, provisionalmente, y descansar del duro viaje que no
seríais capaces de realizar? – les dijo en tono burlón. Los rostros de los
centinelas se enfurecieron.
-
Sigue por la calle principal, cuando te
encuentres con la fuente, gira a mano izquierda y en la segunda casa puedes
preguntar, es una de las mejores posadas que se puede encontrar en Pórtuan, se
llama “la Manta Gris”. Es un lugar
frecuentado por tipejos como tú, que están de paso y que no esperan quedarse
mucho tiempo. – se pausó para mirar a su compañero. - No creo que tengas
problemas, últimamente no tenemos muchos visitantes del exterior. Como bien
dices “es un camino hecho para valientes”- ironizaba - y si estás pensando en
quedarte un largo tiempo es posible que encuentres a personas que te servirán
de ayuda.
-
Muchas gracias. Por cierto, recordad mi nombre,
soy Mertián. – espetó el peregrino.
-
Yo soy Loriat y mi gracioso compañero es Marti,
si no encuentras la posada vuelve y te escoltaremos, tendremos que ganar puntos
con el futuro rey. – Marti no pudo evitar reírse- no nos moveremos mucho de aquí,
y nos gustaría escuchar cuales son tus planes para acceder al trono…
Caminando por la
ciudad, Mertián no podía dar crédito a lo que veían sus ojos, la ciudad no se
parecía a las historias que circulaban sobre ella, parecía un enorme laberinto,
cientos de calles estrechas que se extendían a los lados de la calle principal
por la cual le habían indicado. Casas enormes de dos plantas, fachadas
adornadas con flores, tiendas con letreros indicando qué ofrecían a los
ciudadanos.
A lo largo del
camino, que no se extendió más de cinco cruces de estrechas calles, pudo distinguir
la fuente que mencionó Loriat. Una fuente grande, con figuras de piedra
talladas dentro, y una estatua en el centro con una forma extraña, algo
parecido a un dragón, pero no llegaba a comprender si era un dragón o algún
animal mitológico que no conocía.
Desde la fuente, no
se había percatado que había dejado tras de él una torre. Los edificios altos
por los que había caminado no le dejaron ver la atalaya, le llamaba la atención
no haberse fijado al entrar. Se extendía a más altura que el resto de
edificios, estaba convencido que desde la parte alta podía ver el resto de la
ciudad, incluso mas allá de las montañas, su peculiar forma, con solo ventanas
en la estructura y una forma extraña en la parte mas alta. No dudaba en que
seria uno de los lugares para visitar después de encontrar alojamiento. Llegado a la fuente, tomó el giro a la
izquierda como le habían indicado. Se acercó a la segunda casa, ya desde lejos
podía ver el cartel con el nombre “La
Manta Gris”.
Nada mas llegar a
la entrada, la puerta se abrió quedando a un palmo de que le golpeara el rostro
y dejando salir de ella una dama, al parecer algo enfurecida con larga cabellera
rubia que no permitió verle nada mas que el rostro ligeramente, de la rapidez
con la que se dirigió hacia la calle, desapareciendo al instante en un abrir y
cerrar de ojos para su desgracia.
-
¿Disculpen, se puede entrar? Preguntó al
caballero que se encontraba justo detrás por donde acaba de salir la hermosa
dama. – el hombre tardó en girarse.
Detrás del
mostrador se encontraba un señor superficialmente mayor, por su aspecto debía
de ser el dueño de la taberna. Su semblante así lo dejaba entrever. Un individuo
con poco pelo en la cabeza, eso sí, algo de pelo le rodeaba las ideas. Un
bigote cuidado y grandes cejas era el pelo que le identificaba. Más allá de
esos detalles podríamos decir que era un tabernero convencional. Una barriga
grande a causa de su cata de género y un delantal blanco con manchas grasientas,
harían el distintivo de sus funciones entre cocinero y encargado del bar.
-
Adelante, sea bienvenido a “la Posada de la Manta gris” ¿En que podríamos ayudarle?
Al entrar en la hospedería,
Mertián pudo observar las dimensiones del lugar. Dividida en cuatro plantas, la
planta de abajo fácil de ver, con la recepción, una cantina con unas cuantas
mesas, una barra y un pequeño escenario, donde se presumía que tendrían algún
tipo de diversión para los huéspedes. Todo decorado con cortinas color gris y
plata y adornos que serian típicos de Pórtuan, ya que los había visto por el
camino, en las fachadas de las casas. La segunda y la tercera planta debían de
estar destinada a los dormitorios individuales, y en la ultima planta solo se
podían contar seis puertas, allí era donde quería dirigirse, para poder
descansar.
-
Buenos días, me llamo Mertián, ¿les quedan
habitaciones libres? – sólo le importaba descansar y recuperar fuerzas, había
sido un largo camino y disponer de alojamiento era la prioridad.
-
Por supuesto, actualmente disponemos de varias
habitaciones individuales y una con baño incluido que acaba de quedarse libre
en la cuarta planta. – le contestó el hombre con la voz ronca mientras se
servía un vaso con un liquido de color ocre que olía estrepitosamente mal. - ¿Podríamos
saber por cuánto tiempo desea hospedarse en nuestra “humilde” posada?
La información
facilitada por el dueño no pasó desapercibida a oídos de Mertián que, sin poder
reprimir su incansable curiosidad por averiguar mas sobre la dama que acaba de
salir, preguntó.
-
La habitación que ha quedado libre, ¿pertenecía
a la dama que salió un instante antes de que llegara?
-
Si, tuvo que salir de repente, dijo que no
volverá en un tiempo. ¿Entonces le reservamos la habitación con baño?
A Mertián todo
aquello le parecía extraño, había reconocido algo en aquella dama que le
resultaba familiar.
-
Si, me quedo con la habitación con baño.
-
Muchas gracias señor, el precio de la habitación
constara de tres monedas al día o diez semanales, las comidas incluidas. ¿Como
desea hacer su pago?
Sacó una bolsa
que tenia enganchada en la parte de atrás de su cinto, de dentro cogió diez
monedas y se las entregó al tabernero.
-
Serviremos la comida dentro de una hora, la cena
se sirve a al ponerse el sol y para cualquier otra cosa puede hablar con Vyc,
es la mujer que puedes ver detrás de la barra. – dio un trago a su vaso. –
Adelante.
Detrás de la
barra se encontraba una mujer de cabello rojizo como la sangre, de hermosos
ojos color miel y una sonrisa pulida cuidadosamente. Su figura era esbelta hasta donde se podía ver, tapada por la barra,
el resto se dejaba para la imaginación.
No pudo resistir
acercarse para presentarse pero en ese instante el mesonero le extendió la mano
con la llave de su habitación y le preguntó si deseaba que le acompañara. A lo
que Mertián con un sutil gesto respondió que no hacía falta, podría bajar
dentro de una hora, lo importante era descansar.
Ya en su aposento,
en lo alto de la fonda, pudo disfrutar de las comodidades que le ofrecía “La Manta Gris”: una cama amplia junto a
un cómoda, una silla con una pequeña mesa junto a la ventana, con vistas al
centro de la ciudad, baño personal, un anaquel
con libros de todo tipo y un pequeño arca a los pies de la cama que le
permitiría guardar sus objetos de mayor valor.
Una vez ya acomodado
en su habitación, depositado sus posesiones y sentado en la silla junto a la
ventana, contempló las vistas de la capital. No era el punto mas elevado de la
ciudad ya que en el centro de la ciudad se podía divisar un gran edificio que
debía de ser el palacio del rey, rodeado por edificaciones de gran calidad y
todo ello envuelto de murallas y fuertes medidas de seguridad. De la misma
manera había visto la enorme torre de extraño tejado.
Asimismo desde la
ventana podía contemplar que en la parte mas alejada por detrás de la
fortaleza, se elevaba otra atalaya igual a la que había visto de camino pero
con un carácter diferente en su tejado. Al sacar la cabeza por el canto de la
ventana, logró ver que en el tramo contrario por donde había venido se
encontraba otra torre con distinto estilo. Eran un total de tres las torres que
había visto desde su llegada a la ciudad. Cada cual con formas diferentes en su
segmento más alto, debían de tener alguna función.
Después de quedarse
dormido en la gran cama y haber reposado durante cinco horas, hizo tiempo hasta
la hora de la cena, el sol comenzaba a bajar y se quedo contemplando la ciudad
desde el hueco. Cuando el sol ya se estaba escondiendo y regalaba sus últimos
rayos de luz, se dispuso a bajar a la tasca para poder comer algo en
condiciones, durante su camino solo se alimentó a base de cecina y animales
cazados.
Al salir por la puerta fue cuando se dio
cuenta de que se dejaba su bien mas preciado, un anillo de madera y oro con dos
piedras de jaspe incrustadas. Ya en su poder, bajó al bar para alimentarse,
nada más llegar se encontró con Vyc de espaldas mientras servía unas mesas.
Mertián se encaminó hacia ella para pedirle una mesa. A menor distancia
entre ellos, mas se fijaba en la silueta que no pudo ver al llegar, ya que le
tapaba la barra. Ante él una figura garbosa, con un delantal acorde con la
decoración de establecimiento y esos movimientos… era de esperar que todos los
comensales de la posada esperaran ansiosos su presencia.
-
Buenas noches ¿le puedo ayudar en algo?- se
expresaba de manera arrogante. La damisela se había dado cuenta que el hombre
que acababa de llegar al mesón estaba mirando insistentemente a sus pies, algo
que le aturdía, pues los huéspedes que frecuentaban el lugar no solían fijarse
en ellos sino en partes elevadas a la vista. - Si mira tan abajo podría
tropezarse.
Mertián avergonzado no pudo eludir sonrojarse, desde el inicio del
viaje no había cruzado palabra alguna con ninguna mujer. – Disculpe, no pude
evitar interesarme por el motivo de la ausencia de su calzado.
La joven se quedo mirando el semblante de ese hombre desconocido, que
no había visto ninguna vez por la taberna. Un rostro que escondía algo mas allá
de lo que notaban sus ojos, unos labios cortados a causa del frio, un pelo
grasiento y desaliñado a causa de la falta de cuidado, una cicatriz en la nariz
sin estar totalmente curada, debía ser por el largo viaje que había atravesado,
pero en sus ojos se podía contemplar algo, una mirada que trasmitía todo lo
contrario a su rostro. Sintió por su estomago la curiosidad, como alguien así
había terminado en una taberna para viajeros solo de paso, y porqué se fijo en
ese detalle.
-
Muy observador, se trata de una costumbre del
lugar del que procedo, no te corresponden los detalles. – contestó siendo aun
más arrogante que en su presentación. - ¿Estás de paso? No te había visto por
aquí, ¿se hospedará solo unos días o largo tiempo? – ella seguía limpiando
mesas mientras le hablaba ya sin mirarle.
-
Espero quedarme unos días en la taberna y
encontrar hogar en la ciudad, tengo asuntos muy importantes de los que ocuparme
en el reino y no le interesaran los detalles. ¿Podría decirme donde me puedo
sentar para comer algo? llevo sin probar bocado días y el hombre de la entrada
me informó que es la encargada de la cantina.
Vyc le condujo a una mesa cercana a la barra, él se sentó en
la silla que ya mas amablemente le indicaba con la mano.
-
Seria muy
amable si me sirviera algo parecido a aquella mesa.- le indico con un gesto de
cuello. No le había sentado muy bien la arrogancia desprendida por la empleada.
- Y cuando tenga tiempo me gustaría saber más sobre sus costumbres. Soy muy
curioso, como se habrá dado cuenta.
A la hora de la cena el lugar se llenaba de gente, los que tenían
habitación en la posada bajaban para no quedarse sin sito. Una vez terminado el
horario de cocina no se servía nada más que bebida. También se encontraban allí
habitantes cercanos al lugar, que tomaban copas después de comer en sus casas y
que se quedaban hasta bien entrada la madrugada, podríamos decir que la taberna
“La Manta Gris” era una de las
mejores de Pórtuan y a consecuencia siempre disponían de clientes.
Dispuesto a llevarse a la boca el primer bocado en días, pudo prestar
mejor atención al local, con las prisas de descansar no se fijó en lo grande
que era el parador. Desde el lugar donde se encontraba, podía ver el pequeño
escenario que tenía al final del mostrador y que ocupaba un lateral del
edificio, por encima de la cantina, los pasillos donde se encontraban las
habitación, tenían unas vistas de todo el bar y gracias a ello los días que la
taberna estaba a rebosar, se ocupaban para sacar un asiento del cuarto y ver
desde la puerta las actuaciones que amenizaban algunas veladas. No obstante y
reflexionando sobre el lugar solo podía pensar en la ciudad.
Al poco tiempo de sentarse Vyc apareció con un bol lleno de sopa y un
plato con quesos variados de la ciudad. – Lo sentimos pero se nos ha terminado
la carne de buey que tomaba el señor, así que le he traído lo mejor de lo que
disponemos. No se acostumbre, no entra en la tarifa de la posada. – miró de
reojo y al contactar con la mirada de él, le giño un ojo con una sonrisa
cómplice.
-
Me parece bien, pero que no se vuelva a repetir
– contesto Mertián en tono bromista - espero que para recompensarme por las
molestias me acompañe con el tentempié y de paso me cuenta las costumbres de la
comarca de donde procedes además, me gustaría preguntarle algunas cosas sobre
la ciudad que me tienen intrigado.
Su sonrisa se
escondió para dejar paso a otra expresión: Asombro.
-
No puedo quedarme, tengo que atender el establecimiento,
soy la encargada y no puedo pararme con todos los clientes. Cualquier persona
que se encuentre en la posada podría servirle de más ayuda que yo, podemos
decir que soy una recién llegada como vos y, mas, para saber cosas sobre la
ciudad.
En ese instante apareció por la entrada un hombre corpulento con una
armadura de color plateado, un casco de metal del mismo tono que la indumentaria
y con la insignia de la ciudad grabada en su dorso, el casco no tenia visera ni
nada que le cubriese la parte de la cara, eso le permitía mayor visibilidad y
una manera rápida de reconocer al individuo, un personaje de mediana edad, una
barba de color negro como el carbón y un bigote blanco un poco curioso que le
resultaba familiar.
Se trataba de Loriat, la primera persona en conocer fuera de la ciudad.
Con un gesto rápido levantó la mano y le invito á unirse a su mesa, ya que solo
conocía a cuatro personas en todo el lugar.
Al acercarse Mertián vio su espada en el cinto del caballero al lado de
la reglamentaria y que llevaban todos los soldados leales al soberano.
-
Buenas noches, le veo con algo mejor de aspecto-
Loriat no pudo evitar volver a fijarse en la vestimenta, ya se le notaba más descansado, pues no tenía
tan sobresaltados los pómulos, y sus facciones ya no eran tan extremas. Después
de medio día de reposo la persona que
entró esa misma mañana a la ciudad ya no existía, no se le notaba que hubiese atravesado
el camino que conducía a la entrada de la capital. Ya no llevaba los trapos, en
su lugar podía ver una camisa de algodón de color ocre, un pantalón de cuero y lo que mas le llamaba la atención, una cota
de malla ajustada que le asomaba y solo se le veía por la parte del cuello. -¿Ya
se te han quitado las ganas de ser rey?- dijo en tono burlón.
-
Según tenía entendido no se moverían durante un
rato de la entrada. ¿Ya os dais por vencidos y vienes a pedirme perdón y a
suplicar un ascenso?
Aquellas palabras le parecieron graciosas a Loriat.
-
Jajaja nada de eso hombre, puedes tutearme, creo
que soy la primera persona que has conocido, por lo tanto te mereces algo de
cordialidad - él no dudaba que fuera mala persona, lo que vio en sus ojos no le
transmitía buenas sensaciones pero si la suficiente confianza para ser de fiar,
no hacia ni medio día que se conocían y parecía que se conocieran de toda una
vida- , si lo que cuentas es verdad tendrás que tener algo bueno para progresar
en el reino. Además de momento no eres rey y hasta que llegue ese día podre
hablarte de tu, también llevo una espada por si te vuelves peligroso. ¿Qué te
parece si te presento a algunos habitantes?
El viajero necesitaba conocer gente, accedió al trato y desde entonces formaron
una gran amistad.
-
Al fin y al cabo, para ser rey tienes que tener
gente a tu lado y alguien de la guardia podría serte de gran ayuda. –
comentaban mientras tomaban una bebida.
-
¿Qué hace un custodio de las defensas en un
lugar como este? ¿No os pagan demasiado bien como para tener una casa propia?
-
Me temo que andas mal encaminado, defender la
capital es todo un honor para sus habitantes, la gran mayoría de soldados son
voluntarios. El rey nos otorga una vivienda y manutención.
-
La ciudad parece bastante grande como para que
todos los guardas tengan una propiedad.
-
Las personas que no tiene hogar y forman parte
de la protección viven en barracones junto a las murallas interiores y los que
ya tenemos vivienda propia podemos escoger. Yo personalmente prefiero mi hogar.
Mertián no podía contenerse, pero tampoco quería avasallar le a
preguntas, acababan de conocerse y no era el momento de poner todas las dudas
sobre la mesa. Pero sí preguntó por lo que mas le llamaba la atención de la
ciudad.
-
¿Podrías contarme algo sobre las tres torres que
pude ver desde la venta de mi habitación? Me ha llamado la atención las
distintas formas de sus tejados.
El centinela se echo a reír, parecía que le hacía gracia la curiosidad
desmesurada que desprendía.
-
Eres un tipo divertido.- dijo con media sonrisa.
- ¿Tres torres? ¿Querrás decir cuatro? Son cuatro torres de vigilancia privada
del rey, están orientadas a los puntos cardinales, norte, sur, este y oeste
respectivamente te puedes ubicar mirando las puntas, por eso son diferentes,
cada una tiene la forma de la dirección en la que apunta, es posible que vieras
desde tu habitación las que apuntan al norte al este y al sur. – le señaló
sobre un trapo el lugar en el que se encontraban y la ubicación de la taberna.
Y poco mas puedo decirte de ellas, nadie sabe lo que se guarda en su interior, se
utilizan para observar desde las alturas. Conocemos a los guardias que se
ocupan de su vigilancia, forman parte de un grupo reducido y específico que las
protegen, por si te interesa algo más de información.
-
Muchas gracias, pero si la ciudad esta construida
a lomos de una colina y está rodeada por montañas, ¿no sería mejor poner las
torres en las montañas o simplemente vigilar desde la muralla? he de reconocer
que los muros parecen muy seguros y el camino que lleva a la entrada es
bastante peligroso.
El acceso a la ciudad era complicado, la colina en la que se situaba
estaba rodeada de montañas escarpadas y unas paredes de roca de difícil
escalada, gracias a la localización, la ciudad gozaba de una defensa natural
contra los ataques exteriores. La única forma para llegar era un camino que
atravesaba las montañas.
-
Desde su construcción Pórtuan solo ha sufrido un
par de ataques contra las murallas, y digamos que no han tenido mucho éxito,
hemos de reconocer que es muy seguro vivir dentro. Puesto que nací en la ciudad
no se como será la vida fuera de los muros, la gente no tiene costumbre de
salir, los únicos que vemos salir por la puerta son los mercaderes o los
viajeros que están de paso. Lo tienes que saber mejor que yo. ¿no te
encontraste a nadie durante tu marcha?
A Mertián le parecía extraño tanto
fisgoneo por el exterior, la manera de hablar y la curiosidad que despertaba. Llegó
a la conclusión de que Loriat deseaba salir de la ciudad.
Después de la conversación y la cena
que compartieron, el vigía tuvo que volver a su puesto no si antes presentarle
a un par de personas de la taberna para no dejar lo solo. Mertián se quedó
durante un rato hablando con las personas que le habían presentado, pero no
podía dejar de observar a Vyc y sus curiosas costumbres.
A lo largo de la noche la
camarera pudo acercarse varias veces a la mesa donde se encontraba, por más que
él insistía en que se uniera, ella la daba negativas. Renunciando a su objetivo
y antes de marcharse a su habitación se acercó a la barra.
-
Me temo que esta noche no ha sido posible
averiguar cual es esa práctica, pero creo que no durare ni un día así. – llevaba
sus botas de cuero negro en la mano y ella no pudo evitar sonreír. - ¿Será
posible que algún día de estos podamos salir de aquí? Mis “contactos” –
haciendo referencia a los hombres de la mesa. - en la ciudad me han
proporcionado unos lugares que debería visitar, si te es mas cómodo podemos ir
los dos así. – replicó las botas como si fueran campanas.
La encargada estaba acostumbrada
a que los clientes le invitaran a salir, pero era una chica decente y nunca
había aceptado ninguna petición. Aquel hombre tenía algo inquietante.
Sería la primera impresión que le
causó, se fijó en un detalle que una persona normal no se daría cuenta, sus
pies descalzos. Pero aquel hombre de mirada misteriosa era diferente a los
demás.
-
No hará falta que te descalces, aceptaré con una
condición, demuéstrame que eres de fiar. La ciudad esconde un secreto sobre mí,
si eres capaz de averiguar de qué se trata, aceptaré gustosamente salir de la
taberna y te contaré las historias que quieras saber.
Mertián aceptó y sellaron su acuerdo
con un apretón de manos. Ella comprobó lo fuertes que eran sus manos, robustas
y duras pero a la vez suaves como las de un niño que no las ha utilizado nunca
las manos para nada más que jugar.
Pasaron unos días de su llegada a
la capital. Se sentía en plena forma, su cuerpo recobró su forma habitual. Visitó
los lugares recomendados, la entrada al palacio del rey, que contaba con un
muro parecido un poco menos grueso y de una altura menor al que cubría toda la
ciudad, pero le aseguraba una protección extra para evitar sustos innecesarios.
Soldados en la puerta principal y en lo alto de la muralla más hombres que
custodiaban la seguridad del interior, lanceros con armaduras como las de
Loriat y Marti, pero mejor preparados que los vigilantes de la puerta a la
ciudad.
Hasta donde pudo ver, en un
instante que las puertas se abrieron, Mertián se asombró de los lujos que
gozaban en el interior. Preciosos jardines rodeaban un estanque de aguas
cristalinas, al final de un camino se situaba el edificio principal del rey,
una construcción de piedra pulida perfecta se alzaba por encima de los muros,
el edificio estaba construido en dos partes, cada parte podía medir
tranquilamente la misma altura que la taberna. Entre medio de las dos partes
una terraza daba al patio donde se encontraban los jardines. Si nada más llegar
a la ciudad le pareció una ciudad increíble, con lo que tenía frente a sus ojos
se quedó ensimismado. Solo pudo verlo por un instante ya que frente a él, las
puertas se cerraron.
También visitó las cuatro torres,
desde la lejanía ya sabía que eran altas, pero una vez frente a ellas disipó
todas sus dudas, eran los edificios más altos de la ciudad. Las torres eran
iguales exceptuando los tejados. Una entrada como al parecer todos los
edificios importantes de la ciudad, custodiada por varios soldados que conservaban
la seguridad y en el que uno de ellos parecía ser el encargado de la torre, en
la coraza, a su espalda, tenia grabado el signo que brillaba en lo alto de la
torre.
Ventanas a lo largo de la estructura que se alzaba
sobre su cabeza y al final, un pequeño balcón que bordeaba toda la torre.
Estando tan cerca se dio cuenta que encima de las puertas había grabado un escrito
que no comprendía.
Se dirigió a preguntarle al
soldado de la marca en la espalda.
Era un soldado fortachón, de cintura
estrecha, parecía que fuera un hombre totalmente distinto. el yelmo cubría la
totalidad del rostro, debido a ello, Mertián no obtuvo más datos sobre aquel
hombre.
La defensa del reino se diferenciaba
en dos grupos bien distinguidos. Se podía decir que un grupo pertenecía a la
guardia de las torres, armaduras de metal oscuro como el carbón, con matices
plateados en la parte inferior de la armadura y en el guantelete, capas azules
como el mar en sus últimas horas de la noche, con ribete del mismo color que en
la indumentaria.
El otro grupo pertenecía a la
protección del reino, sus armaduras eran totalmente plateadas, de metal pulido
por expertos forjadores del metal. Sus capas eran de color negro ribeteadas por
el azul oscuro de las capas de los protectores de la torre.
-
Perdone, soy Mertián, hace varios días que
llegue a la ciudad y me han recomendado visitar este lugar para aprender la
historia de la ciudad, pero no comprendo el significado de lo que está escrito
encima de la puerta. ¿Sería tan amable de ayudarme?
El Soldado ni se molesto en
girarse.
Al ver que no se giraba, insistió.
– Perdone ¿Podría ayudarme? Soy nuevo en la ciudad, estoy intentando conseguir
información sobre la historia de la ciudad. “quizás los soldados de las torres
no sean muy lucidos” pensó Mertián. – por favor, sería tan amable…
A lo que el soldado se giró y le golpeó
con el antebrazo. De un empujón, cayó contra el suelo.
Con gesto de dolor Mertián alzó
la vista hacia su agresor, con la mirada desafiante por la humillación a la que
había sido sometido, se levantó. Tubo que reprimirse de devolverle el golpe, se
trataba de un soldado de la guardia real. El oficial de la torre se dirigió
hacia a él con postura desafiante.
-
La historia de las torres no son para tipejos
como tú, son para nobles de la ciudad. Una rata no merece la historia de esta
gloriosa ciudad. Y si no quieres recibir una paliza lárgate de mi vista, puedes
dar una vuelta por otros lugares.
Su mente no podía dar crédito a
lo ocurrido, la primera salida de la taberna y ya se había buscado el primer
enemigo. Después de aquellas palabras no dudó ni un instante en retirarse, la
voz profunda de aquel soldado se le había quedado grabada en los oídos. Una voz
grave, profunda, imponente.
No dejaba de repetirse aquellas
palabras en su ánimo.”La historia de las torres son para los nobles”
Tras aquel incidente se le
quitaron las ganas de visitar más lugares, con lo que se dirigió hacia la
posada a tomar algo. Ya había llegado la hora de comer. En aquel lugar le
esperaría Vyc, era la única de las personas que conocía, capaz de hacerle pasar
el tiempo más deprisa.
Cuando llegó a la taberna, ella
no se encontraba en la cantina. Mertián se dirigió hacia el tabernero que se
encontraba en la recepción. – perdone, ¿que no se encuentra Vyc? – le parecía
extraño que no estuviera en su lugar de trabajo, como bien le había comentado,
en una de las tardes que se paso intentando sacarle información, raras veces se
ausentaba de su puesto de encargada.
-
Hace ya un rato que se ha marchado a comprar
zanahorias y patatas para la cena de esta noche, es extraño que aun no haya
regresado. Saldré a buscarla.
Como buen caballero le puso la
mano en el mostrador y no se pudo contener.
-
¿Quiere que vaya a buscarla yo? Si me dice donde
se encuentra el lugar puedo ir en un momento, así usted no tiene que dejar su
taberna abandonada.
El dueño dudo por un instante,
pero al final acabo accediendo. – La verdulería se encuentra nada más salir a
mano izquierda, cuando llegues a la fuente rodéela, sigue un par de calles y
encontraras fácilmente la tienda.
Una vez asimilada la información
se puso en camino siguiendo las instrucciones que le habían dado. Rodear la fuente,
“sigo sin saber qué tipo de animal es el que esta tallado, cuando vuelva a la
posada le preguntare al tabernero”, siguiendo el camino se encontró, en uno de
los callejones la figura de una mujer tirada en el suelo.
-
Ese cabello rojo…. VYC!!!!
FINAL PRIMER CAPITULO
POR FAVOR COMENTEN !!! Y RECOMIENDEN LO SI LES A GUSTADO. PARA PODER SUBIR MAS.
2º Capitulo.
3º Capitulo.
2º Capitulo.
3º Capitulo.
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