martes, 9 de octubre de 2012

Próximo estreno!

ACTUALIZADO CAPITULO 1

a fecha 11/10/2012

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Muy Pronto

Y en exclusiva 


Para todas esas personas que deciden visitar este bonito y entrañable lugar.


Colgaremos los capítulos 3, 4 y 5 para su disfrute.


º Les mantendremos informados º


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lunes, 1 de octubre de 2012

1º parte Capitulo 3


Después de leer la nota Mertián pasó el resto del día dándole vueltas a todo lo sucedido. Visito otra vez la torre que se había iluminado, esperando encontrar algo de información, pero no fue así, el lugar donde se situaba la torre estaba desierto, los puestos de venta situados en la calle frente a la torre estaban cerrados. No era normal que entre semana cerraran los comercios, era la primera vez que veía los puestos cerrados. Mertián miró la posición del sol, se estaba poniendo y normalmente permanecían abiertas hasta bien entrada la noche. Por el camino no se había fijado que unas calles más atrás, las tiendas seguían abiertas, las únicas cerradas eran las que se situaban cerca de la torre.

¿Tenía aquello algo que ver con lo ocurrido esa misma mañana?

 Debido a que en aquel lugar Mertián se encontraba solo, decidió marcharse, parecía sospechoso que una persona se encontrara sola en ese lugar después del incidente.

De vuelta hacia la taberna y pensando en lo sucedido, decidió hacer una visita a su amigo Muna, el dueño de la herrería. Al llegar al “Yunque Roto”, así era como se llamaba la herrería, pudo observar a Grammar trabajando fuera de ella, en la forja. La forja se situaba fuera de la tienda, debido a las fuertes temperaturas que emitía el horno de fundición era necesaria una fuente de aire fresco para no asfixiarse. Allí se encontraba Grammar afilando espadas.

-          Buenas tardes Grammar. ¿Se encuentra Muna en la herrería? - Le preguntó dirigiéndose hacia el cercado.

Grammar dejó de afilar las espadas, se levanto hacia la cerca limpiándose las manos en un delantal de cuero que le cubría todo el cuerpo. – tiene que venir de un momento a otro. – respondió con voz cansada y limpiándose el sudor de la frente. – normalmente se encuentra aquí pero ha tenido que salir a cerrar una de sus tiendas de hortalizas. Si quieres puedes esperarlo aquí, no le molestará.

-          Gracias. – le contestó y se dirigió hacia la puerta.

Mertián entro a la herrería y salió a la forja por una puerta lateral. La forja estaba completamente cercada por una valla tan alta como un asno, lo suficiente para no poder saltarla sin trepar.

-          ¿Crees que puedo echarte una mano mientras le espero? pareces algo cansado y te vendría bien algo de descanso. – se interesó por su estado.

-          La profesión de herrero es una de las más antiguas que se emplean en la capital. En esta ciudad se encuentran los mejores forjadores de armaduras y armas de toda la región. Además no es un juego para niños. – se reía Grammar. - ¿Tú tienes conocimientos de herrería?  Nada mas preguntarle, le miró a los ojos y en él se reflejaba la seguridad de su respuesta.

-          ¿Quién te crees que ha hecho esta espada? - Junto a sus palabras Mertián sacó la espada de entre sus ropajes.

 Las espadas estaban prohibidas en la ciudad, no como en el interior de la muralla central. Solo podías llevar espadas si eras soldado o habitante de los distritos interiores. Si te pillaban con algún tipo de arma eras automáticamente expulsado de la capital.

El herrero quedó sorprendido al ver la espada, en ninguno de los días que habían pasado en “La Manta Gris” había visto que Mertián contara con una espada en sus pocas pertenencias. – Déjame verla – le dijo.

Grammar sostuvo la espada entre sus manos, observándola detenidamente. – Hecha a mano, bien afilada aunque tiene algunas muescas, parece haberse usado recientemente.- tras una pausa - No ha sido reparada aun.  – le extrañó. Los ojos de Grammar estaban clavados en la espada, contemplando cada parte de ella. 
Y seguía con su descripción. – mango hecho de cuero de buey, la parte de la hoja más cercana al mango, algo estrecha en comparación con su parte de corte. Es una buena espada – le dijo resumiendo – ¿Y dices que te la has hecho tu?

-          Me la regalaron en el lugar del que procedo. – Mertián sabía que acababa de mentir pero tenía mucho interés en aprender el arte de la herrería y por eso estaba allí.

-          ¿Serias capaz de enseñarme a trabajar el metal? Siempre me ha gustado escuchar el sonido del martillo contra el hierro ardiendo. – la verdad es que no le gustaba, solo quería aprender a forjar sus propias armaduras y armas, por si algún día se veía en una situación difícil.

-          Será mejor que no te acerques mucho a una forja, es peligroso si no te enseña un experto. Ya puedes guardar tu espada,  mira por ahí viene Muna.

El dueño de la herrería se acercó hasta el lugar donde se encontraban.

-          ¿Qué haces tú por aquí? – se dirigió a Mertián con voz sorprendía.

-          ¿Puedes ofrecerme un puesto de trabajo? Mi saco de monedas se está quedando en una cantidad preocupante y viendo que a ti te va muy bien la cosa, quizás podríamos ser socios en algo.

Se puso a reír. - ¿Que me puedes ofrecer tu a cambio? Primero tendrías que tener un negocio y a un viajero recién llegado como tú no se les permite abrir ni puestos de venta pequeños. ¿Cómo vas a ser capaz de tener tu propio negocio tan pronto?

-          Bueno en ese caso… me veo capacitado para trabajar para ti, ¿tienes algún puesto donde pueda echar una mano?

-          ¿A que te dedicabas en el lugar del que precedes? – preguntaba con curiosidad.

-          Era dueño de unas pequeñas tierras, me dedicaba a cultivar mis propias hortalizas, también poseía algunos cerdos y otros animales. Alguna vez echaba una mano en la única herrería que tenía el pueblo, pero como profesión se me podría asimilar a ganadero. – Mertián sabía que estaba mintiendo, no quería contar la verdad de su historia, aun no creía tener la confianza necesaria para contarles lo sucedido en su pueblo de nacimiento.

Muna se quedó pensando durante unos instantes. –Grammar. ¿Qué te parecería tener un aprendiz aquí en la forja? – el herrero se quedó sorprendido.

-          Me vendría bien un ayudante, hace unos días nos encargaron hacer una cantidad exagerada de espadas para los soldados de la ciudad y tenemos algunas para arreglar. Podría enseñarle a afilar las y a reparar las espadas.

-          Pues está hecho – cerraron el acuerdo con un apretón de manos. – comienzas mañana a primera hora, Grammar te esperara aquí para empezar con tu nueva profesión. Herrero viajero.

Mertián se despidió de su nuevo jefe y su compañero para dirigirse a la puerta de entrada a la ciudad, con la intención de encontrarse con Loriat y Marti al que hacia algunos días que no veía. Al llegar a la puerta comprobó que solo se encontraba Marti. Se saludaron y se pusieron a hablar.

En otro lugar de la ciudad se encontraba Loriat, el soldado ataviado con una armadura y espada, se dirigía a la puerta de la ciudad con paso rápido pero no demasiado debido al peso de la coraza. En su rostro se reflejaba preocupación, sudores abundantes goteaban por su bigote, la gente se giraba al verlo pasar. ¿A dónde se dirigirá? Pensaría la gente que se encontraba en las calles.  

-          Perdone ¿ha visto usted a un hombre fornido de mi estatura, (para ser un soldado Loriat no era excesivamente alto, como los guardias de las torres) cubierto con ropas viejas y unos ojos como el hielo? – le preguntó a una señora que caminaba por las calles.

-          No sé nada. ¡déjeme en paz! – le contesto la señora con desprecio.

Ante la negativa, Loriat siguió con su camino hacia la puerta. Cuando llegó a la calle que daba a la puerta principal, divisó a lo lejos en la puerta a Mertián. Sin pausa se dirigió hacia el lugar en el que se encontraban.
-          Mertián – dijo el soldado intentaba recuperar el aliento. – necesito hablar contigo. Acompáñame. – los dos se dirigieron a una caseta situada junto a la puerta principal. Un lugar utilizado por los soldados como almacén.

-          Ahora vuelvo. – se giro a decirle a Marti mientras se dirigían a la caseta. 

El soldado y el viajero entraron en la caseta, Loriat aun recuperaba el aliento con fuertes bocanadas de aire.
-          ¿Estás bien? Debe de pesar mucho la armadura. – le pregunto Mertián.

El rostro de Loriat cambió. Su semblante era serio. – Mertián, durante estas semanas que llevas en la ciudad, hemos hablado mucho, pero siendo honestos, desde tu llegada, la ciudad ha sufrido incidentes que no solían ocurrir anteriormente.

-          ¿Qué tipo de incidentes?

-          Verás Mertián, no estoy autorizado a contarte lo que sucede en el interior de la ciudad. Lo que me preocupa es que en el tiempo que hemos pasado en la taberna, ningún día has contado nada sobre tu pasado, eso ligado a que aparentemente te envuelve algo sospechoso y que siempre andas por la ciudad visitando lugares con tu espada escondida debajo de tu ropa.

-          ¿Cómo sabes eso? – se sorprendió Mertián.

Loriat miraba preocupado los ojos de Mertián que a su vez, tocaba con una mano la empuñadura de la espada que tenia escondida bajo su ropa. - Sabes que es ilegal caminar por la ciudad con armas.

-          ¿No irás a detenerme? – el semblante de Mertián cambio.

-          Tranquilo, tranquilo – respondió al ver como sus ojos se enfurecían. – si me cuentas que planes tienes para hacerte rey de la ciudad y tu historia fuera de la capital, estoy dispuesto a hacerme el ciego con lo que escondes.

-          ¿No tengo otra opción? – le preguntó mientras se erguía y quitaba la mano de la espada.

-          Me parece que lo único que podrías hacer seria coger tus cosas y marcharte de la ciudad. Me caes bien Mertián y por eso he venido a buscarte. En el interior de la ciudad han sucedido cosas que hará que refuercen la seguridad y sean más estrictos. Solo quería avisarte como amigo y de paso conocer tu historia que tanto me intriga. – en su rostro se reflejaba curiosidad.

Mertián se lo pensó por un instante. Daba vueltas por la sala en la que se encontraban. Tras varios minutos de espera Loriat obtuvo su respuesta.

-          De acuerdo. Te contaré que sucedió antes de llegar a la ciudad. En cuanto a los planes, no tengo ninguno. Simplemente prosperar y algún día quien sabe, mi objetivo es el mismo que puede tener un niño que viva en la parte exterior de la ciudadela. Mañana pásate por “La Manta Gris” a la hora de cenar y te lo contaré. Pero tú deberás contarme lo que dejaste a medias a la hora de la comida.

Los dos salieron de la caseta para dirigirse donde se encontraba Marti. Mientras se dirigían hacia el compañero de vigilancias, Loriat le dijo que no contara nada.

-          ¿Os lo habéis pasado bien los dos solos? – se mofaba Marti de lo ocurrido. – vuestros secretos pueden ser compartidos, soy una tumba. – Loriat le había comentado alguna vez a Mertián que Marti y él eran amigos desde la infancia y entraron a formar parte del ejercito al mismo tiempo.

Podían confiar en él, pero Loriat quería mantener en secreto aquello hasta que Mertián fuera de confianza y no fuera un peligro. Los tres estuvieron hablando largo y tendido. Dos compañeros de los soldados llegaron para la sustitución y los tres se encaminaron hacia “La Manta Gris”.

Al llegar a la fuente, Loriat se despidió y se dirigió a su hogar, en cambio Marti, acompañó a Mertián ya que su casa se encontraba en la misma dirección que la taberna, durante el camino, Mertián le preguntó cómo era su compañero como persona.

-          Loriat es un buen hombre, se crió solo en la parte más pobre de la ciudad, mi familia tenía un hogar en el que cuidaban a los niños huérfanos. Allí le conocí, enseguida nos hicimos amigos, teníamos una personalidad muy parecida. Yo prefiero tomarme la vida con más calma, él en cambio prefiere vivir cada instante, siempre está ayudando a las personas, por eso se hizo soldado. Siempre ha querido viajar fuera de la ciudad y conocer todo aquello que cuentan las historias del exterior. Hace unos años conoció a alguien como tú, un viajero que al poco tiempo de llegar se hizo un nombre en la parte más pobre de Pórtuan. Construyó un hogar para huérfanos y recogía a los niños abandonados. Muy pronto se hicieron amigos. Solo estuvo en la ciudad un año y decidió marcharse. Le dejo la casa a su cargo y una bolsa llena de monedas para que jamás pasaran hambre. Desde entonces Loriat les cuenta las historias que le había contado aquel hombre y las que escuchaba en la taberna. De tantas que escuchaba al final decidió que algún día tendría que salir a vivir esas aventuras que escuchaba de los viajeros como tú.

-          Gracias por contarme como es. Se le ve una persona de fiar.

 Mertián llego a su destino así que se despidió de Marti y se adentró en la taberna. En la entrada estaba el tabernero que le invitó a pasar. – la cena se servirá enseguida.

Dentro del bar había poca gente, cuatro personas juntas en una mesa y varios repartidos por la barra, se sentó en una mesa a esperar que le sirvieran la cena. Morgana se acerco con una bandeja. En ella lleva patata guisada y un plato de cordero. El no podía evitar mirar las manos fornidas de la camarera.

-          Aquí tiene la cena señor. que le aproveche. – la voz de Morgana era fina,  al cerrar los ojos con ese sonido podías imaginarla como una muñeca, frágil, pero al verla era totalmente lo contrario. 

-          Muchas gracias Morgana. Otro día espero que me acompañes. – le giñó un ojo y ella no pudo evitar sonrojarse al irse.

El viajero disfrutó de la cena y se marchó a su habitación a descansar.


FINAL 1 PARTE. TERCER CAPITULO.

PRÓXIMAMENTE CAPITULO 3, 4 Y 5 COMPLETOS.

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